
Partiendo de un argumento digno de fantaterror -a causa de un accidente el cerebro de un hombre es trasplantado en el cuerpo de una bella mujer-, Klimowsky factura un film algo más digno de lo habitual, pero reconvertido en una (especie) de drama social, con impagables toques feministas para la época y una visión tosca, torpe, pero nada ingenua del machismo en la sociedad española de aquellos años (aunque el film transcurre en una improbable Alemania de aires totalmente hispánicos). Muy bizarra y curiosona, con el concurso además de un buen plantel de secundarios españoles y el siempre inquietante Narciso Ibáñez Menta
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