
Drama algo irregular, a veces demasiado atado a una estructura de guión muy teatral, con una estrella de Hollywood (brillante Jack Palance) asediado por los problemas sentimentales y un productor sin escrúpulos (histriónico Rod Steiger). Aldrich rueda el film con funcionalidad y trata de sacar el mayor partido liberando de los interiores alguna secuencia. Película curiosa, muy crítica con la propia industria del cine, interesante y especialmente cáustica en su tramo final
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