
Cima intachable del cine de terror que basa toda su fuerza en la mezcla entre horror y poesía que consigue Murnau (el final, por ejemplo es de una sencillez y una poética arrebatadora). Partiendo de una adaptación "no oficial" de la célebre obra de Bram Stoker. Y lo curioso es que aun visto 88 años más tarde, con todo el repertorio de citas, homenajes y alusiones de que ha sido (y será) tipo, sigue manteniendo una fuerza visual tan primitiva, como efectiva, especialmente lograda en las partes del castillo, con esa presencia repulsivo magnética de Max Schreck
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