Largo, ambicioso y enorme film de Bernardo Bertolucci que es, probablemente, un compendio de lo mejor y lo peor de su cine. Aquí se presenta todo un fresco histórico sobre un periodo de la historia de Italia, que con una duración de cinco horas y con inspirada música de Ennio Morricone, tuvo que ser exhibido en muchos países en dos episodios separados.
Hacer un film grande no implica obtener una obra maestra y esto es lo que ocurre con el film. Lo mejor de la película, sin duda, se encuentra en la parte de la infancia de los protagonistas, donde el sentido poético y el retrato bucólico, apoyados por una impresionante fotografía de Vittorio Storaro, logran crear un conjunto verdaderamente emocionante. Sin embargo, el exceso de metraje acaba sumiendo la película en constantes irregularidades. Esto no quita que el film tenga secuencias espléndidas (las hay y muchas) pero también presenta altibajos a todos los niveles, incluidos los intérpretes: A los excelentes Burt Lancaster y Sterling Hayden , creo que Gérard Depardieu está mucho mejor que Robert De Niro, mientras que Donald Sutherland y Laura Betti se destacan como unos villanos fascistas desbocados, caricaturescos y francamente histriónicos. Y sin embargo, como suele suceder en este tipo de películas con discuros e intención política, el retrato que se hace sobre los bandos comunista y fascista no siempre es del todo adecuado, a veces tendiendo hacia los tópicos y lo típico (por ambos lados) en un film ambiguo que no acaba de convencer en su discurso.
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