Uno de los films más exitosos en la carrera de Steve McQueen, dirigido por Norman Jewison, un paradigma del cine comercial de los años 60 llevado a su extremo. Jewison se adaptó sin problemas a los estilos y estéticas de la época, lo que convierte a la película en un muestrario de lo mejor y lo peor de esa estética. Aderezado con una fotografía fabulosa de Haskell Wexler y la mítica banda sonora de Michel Legrand. A pesar de su entretenido guion, este se estira en exceso como un chicle. El mayor problema del film radica en que, tras un planteamiento muy bueno —especialmente en los dos primeros tercios, donde un millonario aburrido interpretado por McQueen decide cometer el golpe perfecto—, la narrativa se vuelve lacónica en el tercio final. La investigadora de una agencia de seguros (Faye Dunaway) persigue a McQueen, pero la historia empieza a naufragar, mostrando las costuras de una película muy de su época. A ratos disfrutable en lo estético , pero que curiosamente fue superada en el remake de 2002 dirigido por John McTiernan.
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