Dirigido por Werner Herzog, remake del clásico de F.W. Murnau que rinde homenaje a la obra original mientras introduce elementos característicos del universo cinematográfico del director alemán. Herzog logra una puesta en escena que, en ocasiones, se inclina hacia un naturalismo inquietante y, en otras, da lugar a secuencias de extraña belleza, que se combinan con claros homenajes a la estética expresionista de la película muda de 1922.
El resultado global es un film muy apreciable, aunque, en mi opinión, inferior al título original. Algunos elementos resultan algo disonantes, como la música de Popol Vuh que si bien en algunos momentos logra ser profundamente adecuada, atmosférica y envolvente, en otros se siente excesivamente suave y fuera de lugar. A pesar de ello, la película es inolvidable, en gran parte gracias a la enigmática y magnética interpretación de Klaus Kinski como Nosferatu, quien encarna un vampiro profundamente inquietante y perturbador.
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