Uno de esos films de derribo de la productora Empire, dirigido por uno de los realizadores menos prestigiosos de su catálogo. Se trata de una película muy mediocre de ciencia ficción ochentera, que parte de una historia que recuerda a los típicos filmes futuristas ambientados en un mundo postapocalíptico.
La trama mezcla algo de estética ciberpunk de la época con la presencia de unos supuestos robots que atacan a la gente, todo rodado en una serie de decorados muy cutres. Aun así, cuenta con algunos momentos de encanto y una banda sonora de sintetizadores que acompaña dignamente un bodrio que se puede ver... y olvidar en el mismo instante en que termina.
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