El film que marca el inicio de una nueva etapa en la carrera de Fellini, quien abandonaría definitivamente las influencias del neorrealismo tardío para abrazar una narrativa más personal e intransferible, a veces cercana a lo onírico. En cualquier caso, la película está impregnada de toques humorísticos, cáusticos y sutiles. En esta obra (maestra, sin duda), Fellini narra, a través de diversos episodios, el hastío personal de un periodista (Marcello Mastroianni) que cubre la crónica de la vida nocturna de Roma, en pleno auge del desmelene y la efervescencia de la vida nocturna. El resultado, musicado por un Nino Rota en modo sublime, es largo (175 minutos) pero nunca aburre; Casi siempre fascina y nos muestra lo mejor de un autor que aún llegaría más lejos en su siguiente obra esencial.
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