Tras unos años rodando películas de corte cercano al cine de terror, William Castle fue olvidando los trucos publicitarios y derivando su estilo hacia películas que abordaban más el género del thriller o el homenaje Hitchcockiano como la ya mencionada anteriormente "Homicidio", o esta que nos ocupa, una película cuanto menos curiosa en la que dos adolescentes se dedican a hacer llamadas indiscriminadas por teléfono -curiosamente harán una llamada a alguien que acaba de cometer una asesinato (John Ireland) y que está siendo protegido por su amante (Joan Crawford)- La película ofrece, pues, un ejercicio juguetón de suspense con algunos momentos de homenaje descarado a Hitchcock y "Psicosis" (el impagable asesinato en el baño) y suficiente descaro y diversión como para ser un film bastante entretenido de ver, con muy pocas pretensiones y bastante ritmo.
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