El último film del polémico realizador griego Yorgos Lanthimos, tras el éxito de "Pobres criaturas", marca un regreso en toda regla a sus títulos más primigenios de la etapa Griega... Aunque algo se perdió por el camino y este retorno estilístico se concreta en una producción extraña, con un tono tragicómico que no funciona y con un metraje alargado hasta lo indecible. Un elemento particular de la película es la utilización de tres historias en las que los mismos actores interpretan diferentes personajes.
El problema del film radica en que cada una de estas historias es lo suficientemente interesante como para construir un relato por sí sola. Sin embargo, el director, que se considera el *enfant terrible* del cine actual, opta por un estilo que, a mi parecer, resulta cada vez menos natural y más forzado, en una especie de cruce formal entre Haneke y Kubrick que comienza a mostrar sus costuras, y que termina devorado por su propio vacío.