Una película de corte clásico que se ve con mucho agrado y una sencilla película dirigida por el realizador Gas Nelson, que muestra la relación entre un joven (Sydney Poitier, en el papel que lo consagraría), quien, tras un accidente de coche, se encuentra con un grupo de monjas emigradas de Europa. Estas lo acogen por un día y acaban utilizándolo para el gran proyecto que tienen: Construir una capilla donde poder orar. La gracia del film, y su encanto, radican precisamente en que no tiene ninguna pretensión. Nelson utiliza una puesta en escena —como ya he comentado antes— muy sencilla y sobria, pero que sabe narrar perfectamente la historia. A ello se suman elementos que enriquecen el conjunto, como los toques de humor, los momentos musicales (donde aparece, por ejemplo, la famosa canción espiritual “Amén”) o un final en el que el uso de la música y la propia canción queda perfectamente justificado.
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