Sólido western, remake de Stagecoach, con tramos realmente notables. Es un film que siempre tuvo que soportar que parte de la crítica lo comparara con La diligencia de John Ford, pero que, visto en la actualidad, se muestra como una película con personalidad propia. Gordon Douglas era un artesano muy sólido, con trazos de verdadero maestro, y aquí rinde un homenaje elegante al original.
Argumentalmente, estira un poco el tramo inicial para ofrecer una mejor presentación de los personajes, y quizás no sea tan compacto como el film de Ford. Sin embargo, también cuenta con momentos realmente logrados. Tal vez lo más débil sea un reparto algo descompensado: tenemos personajes interpretados de manera sublime —como el médico borrachín de Bing Crosby— mientras que otros, por ejemplo Alex Cord, pierden bastantes puntos en comparación con John Wayne. La película, además, está acompañada por una excelente banda sonora de Jerry Goldsmith y la clásica dirección de fotografía de William C. Clothier.
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