
A pesar de su fama, el más flojo de los melodramas dirigidos por Sirk, básicamente porque la trama folletinesca que presenta es tan exagerada y endeble que cuesta mucho ser creíble...Tampoco le ayuda el aire religioso que toma todo el meollo, eso si, hay un esfuerzo notable de su director en superar todo aquello con una elegante puesta en escena y buen uso del color
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