
Más un melodrama ambientado en el western, que un western en si mismo, que partiendo de una trama exagerada, incluso risible escrita por el productor David O. Selznick es conducido por el maestro Vidor hacia la exacerbación, con un gusto estético y un sentido del equilibrio que en manos de cualquier director menos avispado se habrá resquebrajado. Pero Vidor era uno de los grandes y el resultado es sencillamente apasionante
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