
Vistosa, disfrutable pero tambien muy irregular superproducción que hoy en dia luce tan espectacular como en el momento de su estreno. Todo un ejemplo de las virtudes y los defectos de Gilliam englobados en un film: Innegable gusto visual, torrente de ideas, exquisita imaginería, al servicio de una trama que empieza muy bien y luego se pierde en una serie de episodios centrales que van de lo genial a lo mediocre, para rematar con un final que vuelve a recuperar el buen tono inicial.Y es que el peor enemigo de Gilliam creador de mundos son sus excesos y su megalomanía
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