Típico exponente de los defectos y las virtudes del cine de su autor, aquí tratando la historia de un diputado comunista (José Sacristán) que trata de ocultar su relación homosexual con un menor, acosado además por grupos de ultraderecha, en el marco de la España de la transición de aquellos años. De La Iglesia siempre estuvo limitado por una estética bastante feísta, por su tendencia al trazo grueso, a cierto sensacionalismo, ésta no es pues una excepción...Pero el film destaca en sus virtudes (como en otros films del director, pienso en la reivindicable "La Semana del Asesino") por su valentía, su condición de rara avis en el cine comercial y por saber hacer un retrato sociológico muy certero de los ambientes y la vida de la España turbulenta de aquellos años. Cineasta pues, a veces en el filo de la navaja, tan descuidado en sus modos (a veces fruto de las características del cine que facturaba) como atrevido en presentar tramas, historias, casi siempre atrevidas,alejadas de las temáticas imperantes
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