Interesante y en algunos momentos destacado western de Henry Levin, otro de esos artesanos que a lo largo de su carrera firmaron algunas joyas en diferentes géneros. En este caso, nos encontramos ante un western de finales de los años 40 que ya comienza a vislumbrar los cambios temáticos que habría en el género en la década de los 50.
La trama gira en torno a un coronel del bando ganador de la Guerra Civil Americana(gran Glenn Ford en un papel incómodo que sabe resolver a la perfección)..Personaje de aire psicótico que no puede dominar la violencia y la ira, lo que lo llevará a aniquilar a un grupo de rebeldes que se habían rendido recientemente...Y en periodo de paz transformarse en un juez desalmado que interpreta la ley a su antojo, enfrentándose a un compañero suyo -encarnado por William Holden encaminado hacia el estrellato fílmico- en un film,que tal vez no profundiza completamente en las posibilidades de la historia y sus recovecos psicológicos, pero que está rodado con gran solvencia, lo que hace que merezca ser reivindicado.
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