Un western de lo más interesante, bastante bien rodado y no excesivamente afectado por los modos y las estéticas que empezaban a contaminar el género desde mediados de los 60- Parte de un argumento no muy habitual: El transporte de reses para alimentar a los soldados en la guerra de Secesión. Aquí, un especialista en estos lares, interpretado por el siempre solvente William Holden trabaja para el Ejército del Norte y acaba siendo secuestrado por el Ejército del Sur (encabezado por un rencoroso y parcheado Richard Widmark, excelente como siempre) que le obligará a hacer el transporte de ganado en sentido contrario. No acaba de ser del todo redonda, tal vez porque las intenciones del relato no son claras, pero se nota que su director Edward Dmytryk, se sentía cómodo utilizando a un personaje como el de Holden, que al final se encuentra entre dos aguas, sin decantarse por ninguno de los bandos (Algo similar a lo que le ocurrió en la época de la caza de brujas en Estados Unidos)
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