Antepenúltimo film de Fellini y probablemente el más redondo de la etapa posterior a la muerte de Nino Rota (aquí sustituido por el solvente y elegíaco Nicola Piovani)... Aquí el maestro del cine rodó un cuento nostálgico con aire navideño, centrado en el último espectáculo de una pareja de viejos bailarines (los enormes Giulietta Masina y Marcello Mastroianni), especializados en imitar a Fred Astaire y Ginger Rogers rescatados del olvido para un último show televisivo. Un collage espléndido, con la fauna habitual de su creador, que se muestra -eso sí- entrañable, nostálgico y a la vez ácido... Es una película con la mirada de un director hastiado de los nuevos tiempos y la decadencia cultural que amenazaba a su país, con una crítica mordaz hacia la televisión y la pasividad del espectador de aquel tiempo, convertido en una obra maestra a la que los años no han afectado nada (y no quiero ni pensar qué diría Fellini del mundo actual).
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