
Primerizo film de un Billy Wilder (co dirigiendo con Alexander Esway) recién instalado en París antes de emprender su aventura americana, en el que ya atisba su amor por la comedia y por el cine negro, aquí mezclando tono ligero con otro más áspero en una trama sobre el mundo de los ladrones de coches. Película algo ligera, pero siempre interesante y con bastantes elementos madurados en el cine posterior de su director, la música además es de otro inmigrado/colega de Wilder: el gran Franz Waxman
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