
En un género donde se está llegando al callejón sin salida desde hace años, aquí tenemos todo un referente de como se puede volver a rodar lo mismo de siempre -una trama de lo más vulgar digna de un subproducto de acción- con la suficiente convicción y sentido del ritmo como que, a pesar de las lagunas del guión, lo topicón de las situaciones y el nulo efecto sopresa, se consiga un producto siempre entretenido, digno, en el que incluso soprende ver a Liam Neeson emulando a Chrales Bronson y que la cosa no chirríe. Digno divertimento
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